El ritual representa la vida. Es la raíz primordial de las representaciones plásticas o teatrales. Es el facsímil de los deseos, de los apetitos del espíritu. Alude a los dramas naturales, a los ciclos planetarios. En el trabajo artístico, como en el ritual con el que
comparte el origen sagrado, la mirada elige la forma de los actos, la mano los ordena, la mente los interpreta.

Cristina Kahlo ordena y acomoda objetos, sombras, colores,
para crear metáforas sonrientes en las que, sin embargo, presentimos una amenaza de violencia. Hay objetos punzantes: tijeras, hisopos que se acercan al ojo pintado, que se abre, rasgado. El tinte carmesí que rodea el guante vacío parece sangre. Una boca devora un elefante. Dice D.H. Lawrence en un poema sobre los elefantes:

No arrebatan
ni desgarran;
su sangre colosal
se mueve como las mareas, cerca, más cerca,
hasta que, rebosantes, se tocan.

¿Es acaso este elefante el dios Ganesha, el patrón de los escritores y los bailarines, en la boca de Shiva, su padre?

¿Qué versión juguetona de esta historia ha fotografiado Cristina Kahlo?

Verónica Murgía
Fragmentos de
Las Liturgias miméticas.
Rituales.
Colección Luz Portátil
Artes de México, 2007