Tiempo de danzón
“El danzón se habita. El baile es un pretexto para convocar dos voluntades, dispuestas a un diálogo de suave tránsito, en un espacio brevísimo. Cada pieza interpretada por la orquesta es una elongación, juego de tiempos quebrados, pausas, deslizamientos, donde triunfan los bailarines siendo precisos, correctos. Pero las márgenes de esta danza no son rigurosas, en este río fluyen miradas vagas, textiles de vivo estampado al vuelo, tocamientos, acaso roces entre los cuerpos destinados a mantener el curso de esa música que los inunda. Y todo comienza de nuevo cuando inicia otra selección del repertorio.
Quienes bailan han convenido enamorarse durante el transcurso de un danzón, pero disimulan. Los amantes regatean la atención de sus ojos, los rostros se contemplarán el uno al otro en un instante, comunicación fugaz de un deseo siempre a punto del desbordamiento. ¿Qué hace mientras la mirada de quien espera la comunión ocular? Cristina Kahlo ofrece una respuesta con esta serie, fruto de un largo periodo de observación e involucramiento con los danzoneros y su universo pleno de ritmo, interpretación, apasionamiento.”
Irving Domínguez
Mirar la música antes de observar el alma
Fragmento